La naturaleza está llena de estímulos, por ello, el huerto resulta un espacio y una herramienta muy óptima para trabajar a través de la experimentación todos estos aspectos en las primeras etapas de nuestras vidas. 

Además de trabajar el conocimiento de uno mismo y la autonomía personal (emociones y psicomotricidad, límites y capacidades), el huerto permite trabajar el conocimiento y la experimentación del entorno, la adquisición de hábitos saludables y sostenibles o la relación con los iguales.